La OMS depende ahora del respaldo internacional y la generosidad de Bill Gates

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La decisión del presidente de Estados Unidos de retirarle la aportación económica norteamericana a la Organización Mundial de la Salud (OMS) fuente principal de sus ingresos por su supuesto favoritismo con China y la gestión de la epidemia, abre serias incógnitas sobre su viabilidad en uno de los tiempos sanitarios más críticos de la historia de la humanidad. Aunque también es cierto que ha recibido numerosos apoyos políticos: desde la ONU y la UE hasta decenas de países. Ayer, el Gobierno alemán propuso ampliar la OMS y convertirla en un centro mundial contra las pandemias convencido de que la actual «no será la última».

La OMS con sede en la ciudad suiza de Ginebra, fue fundada en 1948 para «promover la salud, mantener el mundo seguro y servir a los vulnerables», según los principios que alumbraron su génesis. Constituyó la respuesta del mundo occidental a la desastrosa situación sanitaria en la que quedó sumida Europa tras los seis años de Segunda Guerra Mundial. Nació con financiación fundamentalmente estadounidense y paralela al ‘plan Marshall’, como casi todos los proyectos de recuperación dedicados al Viejo Continente tras la confrontación bélica. Luego, a medida que se recuperaban, también los países europeos y del resto del mundo buscan poder sufragarla.

Este dinero apenas sirve para sufragar los salarios de empleados y gastos administrativos. Sus programas sanitarios se alimentan de aportaciones voluntarias de donantes estatales y privados. Estos ingresos posibilitan acometer campañas como las de vacunación contra la polio, el cuidado de la salud de las mujeres o la erradicación del tabaquismo. Asimismo con este dinero se sufragan la lucha contra el VIH, la hepatitis y las enfermedades tropicales, y la protección a la salud reproductiva o el acceso a medicamentos.

En el apartado de donaciones privadas destaca la Fundación Bill y Melinda Gates, que aporta casi un 10% a este organismo que dedica la mayor parte de sus fondos a África, el continente que más sufrirá la decisión de Trump. El propietario de Microsoft conoció la decisión del presidente de EE UU y fue el primero en criticarla. De inmediato anunció que tratará de atraer a otros filántropos.

En los últimos tiempos la organización se ha vuelto cada vez más dependiente de esos recursos», desvela Jack Chow, exembajador de Washington para la lucha global contra el VIH y exsubdirector de la OMS. El impacto de la retirada de EE UU «tendrá consecuencias de largo alcance», añade. «La principal misión de la OMS es evitar el colapso de sistemas de salud frágiles en todo el mundo» y la medida de Trump «podría significar poner fin a varios programas clave, la retirada de muchos asesores y, en consecuencia, más personas en lugares como América Latina pueden estar en peligro, no solo por el Covid-19 sino por otras enfermedades como la tuberculosis o la malaria», alerta.

Chow, por tanto, defiende que la OMS necesita ser reformada y reforzada. No obstante, ahora no es el momento. «Atacarla y dejarla sin fondos en medio de una crisis tan intensa solamente empeora las cosas», critica. El ministro alemán de Desarrollo Gerd Mueller, también envió ayer un mensaje al presidente estadounidense. La experiencia adquirida por la OMS en la construccción de estructuras sanitarias en países precarios, la detección de riesgos para la salud o la gestión de medicamentos la convierten en pieza clave para luchar contra las pandemias, más todavía «después del impacto masivo de este virus en la población, especialmente en Estados Unidos».